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Lo Merezco y me lo Permito

merecimiento

Texto por Eduardo Mercer Alsina.

De cada vertiente o escuela espiritual, o religiosa que se investigue, siempre hay un mensaje, una advertencia que surge: para que Dios se manifieste en nuestras vidas, tenemos primero que abrirle las puertas de nuestra mente.

El mensaje de Jesús al respecto fue muy claro, cuando nos dice: «Si vuestro Padre viste a las flores del campo y alimenta a los pájaros del cielo, qué no hará por vosotros?».
O cuando nos invita a pedir y pedir y pedir a Dios lo que necesitemos, que, aunque sea por no escucharnos más, Dios nos lo dará Luisa Hay, en uno de sus maravillosos libros, describe a las riquezas de este mundo (materiales y espirituales) como si fueran el agua de un inmenso, inagotable mar. Y lo único que debemos hacer para acceder a esas riquezas, es simplemente tender una manguera entre ese mar y nosotros. Y dependiendo del grosor de la manguera que tendamos, será así lo que recibamos. Si tenemos Fe en Dios, si le pedimos, si tomamos conciencia de que nos MERECEMOS vivir en plenitud y opulencia por el solo hecho de ser Hijos de Dios, entonces la manguera será bien ancha, y cada día los bienes materiales y espirituales que nos lleguen serán más y mejores.
Pero si en cambio concentramos nuestra atención en lo malo; si sentimos que el dinero es algo malo o es algo que no nos merecemos; si gastamos energía fijando la atención en nuestra realidad actual, en lugar de utilizarla para imaginar y soñar (y así construir) nuestro futuro, entonces la manguera será cada ves menos y menos gruesa, porque con nuestros pensamientos no optimistas, le estamos cerrando las puertas al mismo Dios.
En suma, si queremos que Dios se manifieste en nuestra vida, primero debemos abrirle las puertas de nuestra mente y nuestro espíritu, para permitirle que se manifieste. Si no lo hacemos, me temo que todo esfuerzo es en vano.

Quiero compartir con ustedes una «herramienta» que me fabriqué para ayudarme a mí mismo a desterrar esos sentimientos de «no me lo merezco», «es demasiado bueno para mí», «si estoy muy bien me siento culpable porque hay otros que no tienen», etc., etc., etc. Se trata de un simple texto, que se debe repetir varias veces al día. Según José Silva, cuando se trabaja con un «mensaje» o mantra de este tipo, alcanza con repetirlo 3 veces si se está en estado de meditación, o 21 veces si se está en estado de actividad normal; cada uno elegirá las veces que desee repetirlo.
Eso sí: siempre un número impar de veces, tal como marcan todas las tradiciones espirituales y el texto a repetir es el siguiente:

Es muy bueno tener mucho dinero;
Es muy bueno ser feliz;
Es muy bueno tener salud.
Yo me merezco tener mucho dinero;
Yo me merezco ser feliz;
Yo me merezco tener salud.
Yo me permito tener mucho dinero;
Yo me permito ser feliz;
Yo me permito tener salud.
Yo tengo mucho dinero;
Yo soy feliz;
Yo tengo salud.
Yo disfruto de tener mucho dinero;
Yo disfruto de mi felicidad;
Yo disfruto de tener salud.
Yo me merezco y me permito satisfacer todas y cada una de mis necesidades,
porque Yo Soy la Abundancia, Yo Soy la Opulencia, Yo Soy la Prosperidad.

Por supuesto, cada uno puede modificarlo y adaptarlo a sus gustos y necesidades. Espero que les sea de utilidad, de todo corazón.